Si no has leído la primera parte, ve a ¿Cómo conquistó Roma su imperio?
Las guerras contra ecuos, volscos y sabinos
La alianza entre latinos y romanos establecida por el foedus Cassianum fue uno de los instrumentos clave en la temprana expansión romana. El pacto tenía como uno de sus objetivos centrales la defensa frente a la amenaza militar que representaban para el Lacio las incursiones de algunos pueblos itálicos, concretamente de los sabinos, ecuos y volscos. Se trataba de confederaciones de tipo tribal que practicaban una guerra predatoria basada en las incursiones de rapiña. En el siglo V a.C., la presión de esos pueblos sobre el Lacio se intensificó como resultado de toda una serie de desplazamientos poblacionales en la península itálica, que forzaron a numerosas etnias a buscar nuevos territorios.
Los relatos transmitidos por los historiadores romanos posteriores sobre estos conflictos están llenas de elementos legendarios sin base histórica. Una reconstrucción de los eventos es posible sólo en sus rasgos más generales:
Los volscos ocuparon el sur del Lacio en la primera parte del siglo V, poniendo bajo su control la región que se extiende desde los montes Lepinos hasta la costa. Los volscos eran un pueblo itálico que hablaba una lengua sabélica emparentada con la de oscos y umbros. El impacto de los conflictos contra los volscos fue importante y quedó reflejado en la legendaria historia del general romano Coriolano.
Los ecuos eran un pueblo ganadero que habitaba los Apeninos centrales en la región del valle del río Anio. En el siglo V realizaron excursiones predatorias contra el este del Lacio llegando a tomar el control de las ciudades de la región.
Los pueblos sabinos ocupaban la zona oeste de los Apeninos cercana al comienzo del curso del río Tiber y al río Nera. Eran un pueblo ganadero y sus tropas se destacaban por su caballería. A diferencia de ecuos y volscos, los sabinos representaban, por su posición, una amenaza directa a la ciudad de Roma. El episodio legendario más llamativo de las guerras contra los sabinos es la historia de L. Quincio Cincinato que ilustra el ideal de las virtudes aristocráticas romanas.
Las guerras contra los pueblos itálicos mencionados fueron episodios recurrentes durante todo el siglo V. Sólo en las últimas décadas del mismo parece Roma haber obtenido una posición de fuerza que le permitiera culminar con la amenaza que éstos representaban.
Las guerras contra Veyes (Veii)
El conflicto contra Veyes presenta una naturaleza completamente diferente de aquella con los pueblos itálicos recién mencionados pues se trataba, al igual que Roma, de una ciudad-Estado desarrollada con objetivos políticos y militares de largo plazo que iban más allá de la simple adquisición de botín. Veyes era la ciudad etrusca más meridional, su territorio se extendía por la llanura opuesta del Tíber frente a Roma. El territorio de Veyes era extenso y fértil y se encontraba surcado por una excelente red de caminos y por túneles de drenaje que garantizaban una mayor productividad. La rivalidad entre Roma y Veyes tenía su origen en el control de las estratégicas rutas comerciales del valle del Tíber. La tradición analística conserva detalles sobre tres guerras contra Veyes. Probablemente, esta versión tenga su base en hechos históricos pero se encuentra enriquecida con numerosos elementos legendarios:
1° Guerra contra Veyes (483-
2° Guerra contra Veyes (437-
3° Guerra contra Veyes (406-
Las dos primeras guerras contra Veyes tuvieron resultados favorables para la ciudad etrusca, fue la tercera la que le dio el triunfo final a Roma. El relato de la última guerra está repleto de episodios fabulosos. La figura del dictador M. Furio Camilo es el protagonista del relato de la toma de Veyes. Tras la toma de Veyes los romanos anexaron su territorio al ager Romanus. Se trataba del primer caso en que Roma se apropiaba de los territorios enemigos incorporándolos a su Estado.
El éxito de Roma en la guerra está asociado a la introducción de una serie de reformas militares a fines del siglo V y principios del IV. La mayor duración de las campañas militares hizo necesaria la paga para los soldados (stipendium) y también el cobro de impuestos sobre la propiedad para financiarla. El creciente poderío económico y demográfico del Estado romano permitió movilizar un volumen mayor de recursos que sus adversarios, lo que hizo posible a victoria final. Ello es lo que explica los resonantes éxitos militares de Roma en el siglo IV.
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