lunes, 15 de diciembre de 2008

La orina y las finanzas del Imperio Romano

Pecunia non olet / El dinero no apesta


A los caóticos últimos años del reinado de Nerón le sucedieron una serie de cruentas guerras civiles entre los diferentes pretendientes al trono, Galba, Otón, Vitelio y, finalmente, Vespasiano, quien tendría éxito en establecer una nueva dinastía. Al derroche del “emperador artista” se sumó la destrucción y el gasto de los conflictos bélicos, resultando, de todo ello, la ruina de las arcas públicas. Contar con dinero era una necesidad vital para todo nuevo emperador, especialmente para pagar a las tropas que, descontentas, podían causar su caída tan rápido como habían permitido su ascenso al trono.
Vespasiano se reveló como un hábil administrador a la altura del desafío. Redujo gastos superfluos, reorganizó la administración, subió los impuestos e introdujo algunas nuevas contribuciones para incrementar rápidamente la recaudación. El más polémico de los nuevos tributos fue el fijado para la orina recolectada de las letrinas y las vías públicas, el vectigal urinae (!). De hecho, este gravamen había sido introducido por primera vez por Nerón, pero luego abolido. Es necesario aclarar que el orín humano era en la antigua Roma una materia prima valiosa, utilizada para el curtido del cuero y para la limpieza de prendas de vestir, especialmente togas de lana. Los romanos desconocían prácticamente el jabón, la ropa era sumergida en grandes piletas repletas de orina humana o animal mezclada con agua y movida por los pies de los pobres trabajadores o esclavos ocupados en las fullonicas, es decir, los batanes o establecimientos especializados en la limpieza de textiles. Para hacerse de esta esencial materia prima los fullones (o bataneros) colocaban recipientes en la vía pública para que los transeúntes dejasen su preciada y líquida contribución.



Los historiadores Suetonio y Dión Casio refieren que el futuro emperador Tito reprochó a su padre el haber recurrido a este medio para la obtención de fondos:

Reprehendenti filio Tito, quod etiam urinae vectigal commentus esset, pecuniam ex prima pensione admovit ad nares, sciscitans num odore offenderetur; et illo negante: Atqui, inquit, e lotio est (Suetonio, Vida de Vespasiano, 23.3)

A su hijo Tito, que lo reprendía por haber introducido un impuesto a la orina, le sostuvo una moneda de la primera recaudación bajo las narices y le preguntó si el olor le molestaba y, negando aquel, le dijo “y, sin embargo, proviene de la orina”

La escena en un grabado


La veracidad de la anécdota es sumamente dudosa, pero la frase “pecunia non olet” (el dinero no apesta) se volvió proverbial. La misma es utilizada con frecuencia como justificativo de la legitimidad de las ganancias sin importar su origen. Curiosamente, el proverbio existe todavía en numerosos lenguajes, pero no en español (francés: "L'argent n'a pas d'odeur"; holandés "Geld stinkt niet"; esloveno: "Denar ne smrdi"; alemán: "Geld stinkt nicht"; checo: "Peníze nesmrdí”; rumano: "Banii nu au miros”; húngaro: "A pénznek nincs szaga", sueco: "Pengar luktar inte"; polaco: "Pieniądze nie śmierdzą"; por mencionar sólo algunos). En Francia y otros países, incluso, los baños colocados en la vía pública (como el que vemos en la foto) son nombrados Vespasiennes en honor al emperador romano.




Una nota personal. Algunas personas han criticado que este blog, destinado a una misión cultural, tenga publicidad. A todos ellos les digo: pecunia non olet.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Roma renace en Google Earth




En la última versión del conocido programa geográfico de Google se incluye, entre las exposiciones temporales, una muy detallada reconstrucción digital de la Roma antigua tal como ésta podría haber lucido en el año 320 de nuestra era. Las habituales opciones de este software permiten al usuario desplazarse entre los magníficos edificios -representados en todo su esplendor y con gran lujo de detalles-. El mapa digital de la antigua urbe es el producto de más de una década de intensa labor de investigación, desarrollado por un equipo de distinguidos especialistas de la Universidad de Virginia. Se trata del proyecto Rome Reborn. Además de representar adecuadamente el terreno y las calles de la ciudad, es posible visualizar más de 5.000 construcciones de muy diferente tipo, pasando por el coliseo y los más famosos templos del foro y el capitolio, por las grandes basílicas, el circo máximo, las termas, y muchos más. He probado la aplicación en diversas PCs y Laptops. La visualización adecuada del mapa requiere de una conexión a Internet veloz, y de un equipo con buena capacidad de procesamiento de gráficos. De lo contrario deberá contarse con grandes dosis de paciencia.
Las posibilidades didácticas son inmensas. Al hacer click sobre cada edificio se abre una pequeña ventana informativa con un breve texto explicando las características del mismo. Un link permite acceder a más información (disponible sólo en inglés) desde la página del proyecto Rome Reborn. Se trata generalmente de los detallados artículos del diccionario topográfico de la ciudad de Roma de Platner y Ashby, actualmente bajo dominio público (muchos de sus artículos se encuentran disponibles online en LACUS CURTIUS). La muestra de Google Earth se transforma así en un gran terreno de juego interactivo que combina una presentación agradable con gran rigurosidad académica.



Más allá de todos estos aspectos positivos, creo que es necesario mencionar algunos recaudos. El nuevo mapa digital contribuye sin duda a perpetuar la imagen idealizada de la Roma antigua presentada habitualmente por el cine y otros medios. Nos encontramos aquí ante una ciudad perfecta, de límpido mármol y espectaculares monumentos, todos perfectamente conservados. Nada revela la miseria de la plebe urbana, las pésimas condiciones de vida de los que no pertenecían a los sectores privilegiados, hacinados en pobres viviendas y víctimas recurrentes de las enfermedades, los incendios y las inundaciones del Tíber. Es claro, por otra parte, que la reconstrucción es hipotética, basada en buena medida en datos arqueológicos magros, pero es también claro que la imagen de perfección arquitectónica representada en Google Earth difícilmente refleja con fidelidad la de la Roma del año 320. Es frecuentemente mencionado por las fuentes del siglo IV que la mayoría de los edificios del período republicano y del principado mostraban entonces avanzadas señales de deterioro . ¿Significa todo esto que el mapa digital debería ser modificado? Por supuesto que no. Sólo debería tenerse en claro que se trata, antes que nada, de un recurso didáctico, y no de una reconstrucción histórica de la ciudad real tal como aquella lucía alrededor del 320 de nuestra era.