domingo, 10 de agosto de 2008

Iucundum nihil agere


El dulce no hacer nada




Plinio el joven vivió en la época de máximo esplendor y extensión del Imperio Romano; desde su privilegiado sitial social pudo observar el espectáculo único de la omnipotencia de su sociedad en un dominio que se desbordaba del Mediterráneo. Su correspondencia es una ventana única hacia las perspectivas, intereses, gustos, pasiones y convicciones de la elite imperial, y como tal siempre ha llamado la atención de los historiadores del período, para quienes constituye una fuente de información incomparable. Pero, más allá de ese interés especializado, las Epistulae, como obra literaria de un período cumbre de la civilización, han conservado siempre un encanto universal que ha cautivado a los más diversos lectores.



Las Epistulae, son la colección de la correspondencia personal de Plinio con su círculo de amigos y de su correspondencia oficial con el emperador Trajano. La misma se caracteriza por su estilismo y refinación, cada carta es una pequeña obra maestra, una alocución cerrada en torno a un tema y un destinatario. Considerada como un cuerpo único, la colección epistolar toma casi la forma de una narración conjunta, en la que en forma fragmentaria vamos conociendo detalle tras detalle sobre Plinio y su grupo, hasta llegar a hilvanar en un conjunto toda la serie de historias paralelas en las que Plinio ocupa la posición central, revelando en cada caso distintas facetas de la imagen personal y grupal que quiere transmitir.



Uno de los temas recurrentes es el placer del ocio ilustrado en las idílicas villae de los aristócratas romanos, donde la naturaleza es domesticada en jardines, fuentes y paseos, e integrada a todas las amenidades que puede proveer la cultura. Uno de los componentes más bellos de ese ocio es el disfrute de la literatura, ya sea a través de la lectura o de la escritura. En la breve misiva de la que proviene la cita que encabeza este post, el ocio literario es combinado con otro de los grandes temas de las Epistulae, la amistad.

VIII.9

C. Plinius Urso Suo

(1) Olim non librum in manus, non stilum sumpsi, olim nescio quid sit otium quid quies, quid denique illud iners quidem, iucundum tamen nihil agere nihil esse: adeo multa me negotia amicorum nec secedere nec studere patiuntur. (2) Nulla enim studia tanti sunt, ut amicitiae officium deseratur, quod religiosissime custodiendum studia ipsa praecipiunt. Vale.


Plinio a Urso

(1)Hace tiempo que no tengo un libro en mis manos ni sostengo una pluma, hace tiempo que desconozco qué son la paz y la tranquilidad o, incluso, aquel dulce estado de no hacer o ser nada. Hasta tal punto me impiden los asuntos de mis amigos abandonar Roma o dedicarme a mis trabajos literarios. (2) Pues ningún trabajo de este tipo es tan importante como para abandonar los deberes de la amistad, que los libros mismos nos enseñan a respetar con gran escrupulosidad. Adiós