domingo, 25 de enero de 2009

Cogito ergo sum


Pienso, por lo tanto existo


No se trata esta vez de la cita de un autor antiguo, sino de un filósofo francés del siglo XVII. Por supuesto, René Descartes (1596-1650). Aunque Descartes eligió redactar su obra fundamental, el Discurso del método, en francés (de tal modo que -en sus palabras- “aún las mujeres puedan entenderlo”) y no en el lenguaje científico internacional de la época, el latín, la cita que condensa su idea fundamental se ha hecho famosa en este último idioma y no en su versión original: “Je pense, donc je suis”. El Discours de la methode fue publicado por primera vez en 1637 como introducción a una serie de otros estudios. Una versión latina fue publicada finalmente en 1656 con el título Dissertatio de Methodo.

Cogito ergo sum es, de hecho, una de las citas latinas más difundidas y populares. Sus fundamentos y significado no son, sin embargo, igualmente conocidos. La afirmación de Descartes puede parecer, a primera vista, banal, pero es necesaria entenderla en su contexto. En los siglos XVI y XVII el escepticismo filosófico se encontraba en una fase de apogeo. Era una época de cruentas guerras de religión en la que dogmas enfrentados generaban en los círculos intelectuales una fuerte tendencia al relativismo. A ello se sumaba la influencia de la popularidad de algunos filósofos escépticos antiguos como Sexto Empírico. El objetivo de Descartes en su Discurso del método era combatir ese escepticismo y sentar una base inamovible sobre la que pudiera desarrollarse el conocimiento humano. En busca de ese principio incuestionable, Descartes aplica la duda sistemática para rechazar toda afirmación que presente la más mínima posibilidad de falsedad. Mediante este procedimiento descubre que puede dudarse prácticamente de todo: la información que nuestros sentidos nos proporcionan no es confiable, podemos con facilidad ser presa de ilusiones, y nada nos garantiza que el mundo que experimentamos cotidianamente no sea sólo una fantasía de nuestra misma conciencia o -como lo plantea hipotéticamente el mismo Descartes- el engaño de una divinidad maligna.


La duda parece, en consecuencia, poder destruirlo todo y no dejar ningún cimiento sólido para el conocimiento, pero Descartes presenta un punto ante el cual la duda debe detenerse forzosamente: hay una persona que está pensando que todo es falso y, si piensa que todo es falso, quiere decir que existe y sobre esa existencia es imposible dudar. Esa es la idea que se expresa en la cita que discutimos, Cogito ergo sum. En su búsqueda de un método fundado en una base totalmente racional, Descartes encontró una verdad fundamental e indudable: la existencia del propio yo como base incuestionable de todo acto de conocimiento.
Tras encontrar esta liminar verdad, Decartes extrae de ella un criterio general que le permita identificar otras verdades: toda intuición de naturaleza simple debe ser verdadera o -dicho de otro modo- toda idea clara y distinta es verdadera. Para culminar con una opinión personal, creo que Decartes contradice aquí el primero y central de los cuatro principios metodológicos fijados en la segunda parte de su Discurso del Método, el de “no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es”. Ahora bien, que una idea sea clara y distinta no alcanza como evidencia de veracidad; por otra parte, la claridad de una idea es apreciada en forma diferente por distintas personas. Como señaló el humanista, historiador y filósofo Gianbattista Vico (1688-1744) -quien destinó gran parte de su vida a criticar la filosofía cartesiana y a formular un sistema superior- que una idea se nos presente como clara y distinta no significa que sea verdadera, sino tan sólo que creemos en ella.

viernes, 23 de enero de 2009

Entrevistado por Historia Clásica!

El 19 de enero Citas Latinas cumplió ocho meses. Lo que empezó como un simple experimento se ha convertido en un proyecto. Hace un par de semanas ese proyecto se ha vuelto más ambicioso, incluyendo un segundo blog: Monedas Antiguas. Mis objetivos siguen siendo modestos. Mi mayor afán es entrar en contacto con quienes comparten mi pasión por el mundo clásico y su cultura y presentarles algunas reflexiones personales. Las repercusiones han superado con creces mis expectativas. El mismo 19 de enero uno de mis blogs favoritos, Historia Clásica, ha publicado una entrevista a mi persona. No creo merecer ese honor, pero agradezco a Ramiro Sánchez Crespo, el autor de Historia Clásica, la generosa atención que ha otorgado a este Blog.
Un pequeño fragmento de la entrevista:

4. ¿Cómo utiliza Internet para difundir contenidos sobre Historia?

Me opongo, como acabo de indicar, al término “divulgación”, cargado de cierta soberbia de “especialista”. Es preferible, como en tu pregunta, utilizar la palabra “difusión”. Creo que todo historiador debe esforzarse por llegar con su producción a un público mayor que sus colegas. De lo contrario, se corre riesgo de perder toda perspectiva y relevancia. Algo en lo que puede derivar la inevitable especialización propia de la investigación contemporánea. Internet pone a nuestra disposición los medios para alcanzar un público mayor, de nuestra capacidad depende el que podamos efectivamente llegar a él...
Podéis leerla completa aquí.

viernes, 16 de enero de 2009

Obama y el emperador romano Septimio Severo ¿vidas paralelas?

Septimio Severo y su Familia

"Tondo Severiano"

En pocos días asumirá como presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama, el primer candidato de origen afro-americano en imponerse en la votación para desempeñar la más alta magistratura de su país. Se trata de un hecho de gran relevancia histórica que ha dado lugar a todo tipo de análisis y comparaciones. Pero ¿carece realmente de paralelos en la historia? Mary Beard, de la Universidad de Cambridge, señaló -en una entrada de su blog hace un par de meses- los paralelos entre la carrera de Obama y aquélla del emperador romano Septimio Severo: Como Obama, Severo era, en cierta forma, un “mestizo”, su padre era de ascendencia púnica (es decir, libio-fenicia) y su madre de ascendencia itálica. Como Obama, Severo tenía una esposa enérgica y determinada, que jugaba un papel público de primera importancia a su lado, Julia Domna. Como Obama, Severo tomó el poder tras una crítica situación militar en el Oriente Medio, en el enfrentamiento permanente de Roma contra los partos. Pero, ¿se trata, en verdad, de dos vidas paralelas?

Beard toma los paralelos entre Obama y Severo como punto de partida para realizar una serie de reflexiones poco interesantes y -menos aún- convincentes sobre el papel de la “raza” en la política romana antigua y en la norteamericana moderna. Una pintura de la época (conocida como el “Tondo Severiano” – actualmente en el Staatliche Museum, Berlín) muestra a Severo con su esposa e hijos (el rostro de uno de ellos fue borrado presumiblemente después de que su hermano, el emperador Caracalla lo asesinara y decretara su damnatio memoriae). La pintura parece indicar una leve diferencia entre el color de piel de Severo y su familia. El paralelismo que se busca establecer con Obama es, sin embargo, forzado, porque –más allá del color de su piel- Severo descendía de una familia libio-fenicia, es decir, pertenecía a un grupo étnico que podría calificarse como “semítico”. El mismo era común en muchas otras regiones del mundo mediterráneo antiguo y no era objeto de una discriminación comparable con la de los afro-americanos en los Estados Unidos. Por otra parte, la familia paterna de Severo, justamente aquella que sería racialmente problemática, tenía a muchos de sus miembros (primos del padre de Severo) en encumbradas posiciones en el senado romano, sin que su origen pareciera haber sido un obstáculo.

Septimio Severo

Dejando de lado la poca convincente equiparación “racial” entre Obama y Severo, no se trata de personajes desde ningún punto de vista semejantes. Severo debió su ascenso y permanencia en el poder, en buena medida, a su capacidad como líder militar. Su reinado marca una fuerte aceleración en la transformación del Imperio Romano en una autocracia militar. Desconocemos como será el gobierno de Obama, pero su acceso al poder no está relacionado de la misma manera con lo militar.

Desde la caída de la Unión Soviética se han generalizado las comparaciones entre la “Super potencia” mundial en que se convirtieron los EE.UU. y el Imperio Romano, porque el poder sin rivales del primero parece a muchos cercano a un imperio. De ello han derivado comparaciones o equiparaciones puntuales de diversos personajes. Creo que el valor de este tipo de paralelos es escaso, se trata mas bien de metáforas que nos dicen más sobre la perspectiva de quien las hace que sobre los períodos en cuestión. La historia no se repite, no se mueve en círculos. Sólo podría decirse, metafóricamente, que se mueve en espiral, es decir, que la sensibilidad de algunas épocas puede acercarse a la de otras, distantes en el tiempo, mucho más que a la de sus predecesora inmediatas.

A los incorregibles que quieran seguir buscando paralelos cercanos les recomiendo uno que, en mi opinión, es mucho más verosímil que el de Obama y Severo: El de los hermanos John y Robert Kennedy y los hermanos Tiberio y Cayo Graco. Como John F. Kennedy, Tiberio Graco fue un político carismático que intentó aplicar una política reformista afectando intereses establecidos. Como John F. Kennedy, Tiberio Graco fue asesinado. Como Robert Kennedy, Cayo Graco intentó continuar la política de su hermano mayor renovando el desafío a esos intereses. Como Robert Kennedy, Cayo Graco fue asesinado.
Tiberio y Cayo Graco



viernes, 9 de enero de 2009

Citas Latinas se expande! Un blog sobre monedas antiguas



Para no diversificar tanto el contenido de Citas Latinas he creado un segundo blog, más especializado: Monedas Antiguas. En el mismo pueden esperarse posts sobre todos los temas que conectan a la numismática con la historia antigua y algunas otras cosas más. Una aclaración: No soy un coleccionista de monedas antiguas. Si bien en el marco de mis estudios de doctorado tuve ocasión de asistir a algunos cursos de numismática, disto mucho de ser un experto en el tema. Mi interés no recae tanto en las monedas en sí mismas, como en ellas en tanto fuentes para el conocimiento de la civilización greco-romana. Este nuevo blog presenta, por lo tanto, sólo el resultado de algunas inquietudes e investigaciones personales y pretende ser un especio de discusión con aquellos que tienen intereses semejantes. Espero les guste!

viernes, 2 de enero de 2009

Nunquam procrastinandum (Andrea Alciato - Emblematum Liber)

Nunca dejar para mañana



Nunquam procrastinandum es el lema personal de Andrea Alciato, el creador de la tradición de la emblemática renacentista, de quien ya hemos tratado en este blog. Alciato retoma aquí una idea frecuente en el pensamiento greco-romano -que ya hemos vista ilustrada en frases como ars longa, vita brevis o dimidium facti, qui coepit, habet- la de la brevedad de la vida humana y los límites que ella impone a nuestro accionar. Tema sobre el que Séneca compusiera su célebre tratado De brevitate vitae. Para superar estos estrechos límites al hombre sólo le queda concentrar todas sus energías en la acción, única forma de llegar a una concreción en algún ámbito. En el Emblematum liber de Alciato el motto (es decir, la frase) está acompañada del siguiente grabado y leyenda:





Alciatae gentis insignia sustinet Alce,
Unguibus & “meden” fert “anaballómenos”.
Constat Alexandrum sic respondisse roganti,
Qui tot obivisset tempore gesta brevi?
Nunquam, inquit, differre volens. quod & indicat Alce:
Fortior haec, dubites, ocyor ánne siet.

Un alce sostiene la insignia de la familia Alciato,
lleva entre sus pezuñas la frase “posponer nada”.
Consta que así respondió Alejandro a quien le preguntaba,
cómo había realizado tantas hazañas en un tiempo tan breve:
“Sin querer jamás -dijo- posponer”. Esto lo indica el alce,
del que puede dudarse si es más fuerte o rápido.


El verbo latino procrastinare deriva del adverbio cras (mañana) y del adjetivo crastinus, a, um (relativo al día de mañana) y significa literalmente postergar, dejar para mañana. La idea de la frase escogida por Alciato como máxima personal es, entonces, semejante a la expresada por el popular refrán español “nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” pero el énfasis es diferente. En el proverbio moderno el sentimiento es más cercano a aquel expresado en el (más mercantil) pensamiento anglosajón por la máxima del multifacético Benjamín Franklin, time is money, el tiempo es dinero. En la frase latina, por el contrario, la idea central es la indefensión del hombre ante la inminencia de la muerte. Es la misma que se expresa en las -hoy tan famosas- palabras de Horacio, carpe diem, y en la frase latina memento mori. El enfoque de Alciato no es, sin embargo, pesimista. El punto central de su lema es que la acción decidida del hombre puede vencer los límites impuestos por la muerte al concretar hechos que serán recordados por la posteridad. Ese es el sentido de la referencia a Alejandro Magno en el texto citado.


El mismo punto es expresado elocuentemente por Salustio al comienzo de su historia de la guerra contra Yugurta:

Sin causa se quejan los hombres de que su naturaleza es débil y su vida corta; y que se gobierna más por la suerte, que por su virtud. Porque si bien se mira, se hallará, por el contrario, que no hay en el mundo cosa mayor, ni más excelente; y que no le falta vigor ni tiempo, sólo aplicación e industria.

Uno de los pasajes más bellos de la literatura latina en los que se alude a esta idea es, a mi juicio, el final de la carta III.7 de Plinio el Joven (dirigida a su amigo Caninio Rufo):

Así como él [el poeta Silio Itálico] fue el último de los cónsules nombrados por Nerón, así también fue el último de ellos en morir, y también es notable que el último de los cónsules de Nerón en morir, es aquel durante cuyo consulado murió el mismo Nerón. Cuando recuerdo esto me lleno de compasión por la fragilidad humana, pues, ¿qué es tan breve y tan pasajero como la más larga de las vidas humanas? ¿Acaso no te parece que fue recién ayer que murió Nerón? Y, sin embargo, ya nadie sobrevive de aquellos que ejercieron el consulado en su reinado. Pero, por qué habría esto de sorprenderme cuando recientemente L. Pisón (padre de aquel otro Pisón que fue criminalmente asesinado por Valerio Festo en África) solía decir que ya no podía ver en el senado a ninguno de aquellos a los que, siendo él cónsul, había consultado para tomar alguna decisión. En tan angosto término concluye la vida de tan grande multitud que me parece no sólo digna de perdón, sino también de elogio, la célebre lágrima de Xerjes, pues se dice que habiendo el gran rey desplegado su vista sobre su inmenso ejército, lloró acongojado ante el próximo final que esperaba a tantos miles. Por todo esto, tanto más entonces, prolonguemos cada momento de tiempo, aunque incierto y pasajero, sino con grandes hechos (pues la materia de éstos ya no está en nuestras manos), al menos con nuestros trabajos literarios, y puesto que nos es negado vivir largamente, dejemos entonces algo con lo que atestiguar que hemos vivido. Sé que tú no necesitas de estos acicates, pero el afecto que tengo por ti hace que aguijonee a un caballo que ya corre, como tú también sueles hacer por mí. “La rivalidad es positiva”, cuando los amigos se estimulan recíprocamente y con exhortaciones mutuas, al amor por la inmortalidad.
(Plinio el Joven, Epistulae, Tomo I, Ed. Alción, Córdoba Arg., 2001 – traducción de Diego Márquez y Darío Sánchez Vendramini)