viernes, 23 de mayo de 2008

Sapere aude!


Sapere aude!

Atrévete a ser sabio!


(Horacio, Epístolas, libro I, Epístola 2)


Quien comenzó, ya hizo la mitad, escribe Horacio. A continuación, añade: sapere aude, atrévete a saber, o -quizás más precisamente- atrévete a ser sabio.

Esta pequeña frase no es común en las recopilaciones de proverbios del Renacimiento. Florentius Schoonhovius, un intelectual holandés del siglo XVII (ver imagen) la tomó como lema para su colección de emblemata. Pero su celebridad es posterior, y se debe en gran medida al filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), quien la presenta como lema o leitmotiv de la corriente filosófica de la ilustración en su pequeño tratado, Was ist Aufklärung. Desde entonces, ha sido elegida con frecuencia como lema de universidades, academias y otras instituciones educativas.

Kant traduce esta frase como wage zu wissen -atrévete a saber- pero (al igual que Schoonhovius) desplaza el significado de aquél pretendido por Horacio al presentarla como un mandato a la investigación y el descubrimiento de la verdad.

La segunda epístola está dirigida a Lolio, un amigo ocupado en Roma como abogado, a quién Horacio exhorta a emprender el camino de la sabiduría. El sentido no es el de Kant. No se trata de una búsqueda del conocimiento, sino del logro de un equilibrio interno, del establecimiento de una vida sobre bases firmes. Cito estos pasajes de Horacio en la barroca traducción de Tomás TAMAYO DE VARGAS, un -ya olvidado- erudito español del siglo XVII.


De la vista pretendes
Las aristas sacar como dañosas,
Y con fatal desidia
La cura se difiere
De lo que roe el ánimo, o le hiere.
La mitad tiene hecho aquel que empieza:
Atrévete a saber: da el primer paso:
Que el que de vivir bien alarga la hora,
Al rústico parece, que tropieza
Raudal de agua no escaso,
Y aguarda si mejora,
Sin la vaga corriente, su camino;
Y es que ignorante y ciego no previno,
Que es su curso perenne,
Y que de serlo para siglos tiene.
El dinero se busca, y la fecunda
Mujer: rompe el arado
Las selvas; mas no debe lo que abunda,
Si lo que basta, ser más deseado.
No la casa, la hacienda, los caudales
Curan al dueño enfermo, de sus males,
Ni al ánimo las penas; pero sano
El poseedor podrá gozarlo todo
Si pensare usar de ello con buen modo.
Despreciad pues los gustos,
Que los comprados con dolor y sustos
Perjudican. No rompe
Jamás el que es avaro su indigencia.
Corregid los deseos inhumanos;
Que la ajena opulencia
Es siempre torcedor del envidioso:
Ni hallaron los tiranos
De Sicilia tormento
Mayor que el de la envidia. Quien juicioso
Sus iras no modere,
Sólo el dolor espere
De haber pasado intrépido, y violento
La debida templanza,
Por el engaño infiel de su venganza.
Es la ira un furor rápido, y breve,
Que el que en ella no manda
Es de ella dominado.
De esta ciencia no escasa
Llena tu tierno corazón; y siga
Las máximas mejores
Tu pecho, oh Joven, si en mi aviso fías;
Porque por largos días
Conserva los olores
El vaso que los tuvo recogidos:
Que yo, vayas despacio, o más violento,
Con mis pasos medidos
No he de ir más deprisa, ni más lento.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me alegra haber descubierto este excelente blog, y agradezco el trabajo que se ha tomado el doctor Sánchez en rescatar la sonora versión de Tamayo de Vargas.

Por favor, en la frase "...como abogado, a quién Horacio xhorta...", ¿puedes sacar el acento a "quien"?

ChassCBTa171 dijo...

Agrada saber sobre este sitio y más cuando se relaciona la frase que me trajo aquí con la actitud de todo aquel que aprecia y busca el conocimiento. Sapere Aude, sin duda va en consonancia con la educación, con la obra del educador, con la intención de la institución, con la tendencia del ser humano en toda su existencia.