Tienen su destino los libros
Sólo una ínfima parte de la producción literaria del mundo antiguo se conserva. Ésta nos ha sido transmitida por un hilo muy delgado, que a lo largo de la historia estuvo incontables veces cerca de romperse definitivamente. Al reflexionar sobre los azares que han determinado lo que ha perdurado y lo que ha perecido, es inevitable no suscribir esta afirmación: Los libros, como los hombres, tienen un destino.
El autor de la frase que citamos es un ejemplo de este proceso. El gramático Terenciano Mauro vivió probablemente en el siglo II d.C. y era de origen africano, como su nombre parece indicarlo. Su obra principal, De litteris, de syllabis, de metris (Sobre pronunciación, sílabas y métrica), se conserva sólo en estado fragmentario. Olvidada durante la Edad Media, un manuscrito con su texto fue descubierto en el año 1493 y desapareció poco después de que en 1497 la obra se publicara en Milán por primera vez. La edición más célebre de este período fue la del gran impresor Simon de Colines (1531) cuya portada figura a continuación. La peculiaridad de la obra es que Terenciano expone su tema en verso variando los metros de acuerdo con el asunto tratado.
Sólo una ínfima parte de la producción literaria del mundo antiguo se conserva. Ésta nos ha sido transmitida por un hilo muy delgado, que a lo largo de la historia estuvo incontables veces cerca de romperse definitivamente. Al reflexionar sobre los azares que han determinado lo que ha perdurado y lo que ha perecido, es inevitable no suscribir esta afirmación: Los libros, como los hombres, tienen un destino.
El autor de la frase que citamos es un ejemplo de este proceso. El gramático Terenciano Mauro vivió probablemente en el siglo II d.C. y era de origen africano, como su nombre parece indicarlo. Su obra principal, De litteris, de syllabis, de metris (Sobre pronunciación, sílabas y métrica), se conserva sólo en estado fragmentario. Olvidada durante la Edad Media, un manuscrito con su texto fue descubierto en el año 1493 y desapareció poco después de que en 1497 la obra se publicara en Milán por primera vez. La edición más célebre de este período fue la del gran impresor Simon de Colines (1531) cuya portada figura a continuación. La peculiaridad de la obra es que Terenciano expone su tema en verso variando los metros de acuerdo con el asunto tratado.
La parte más curiosa, en mi opinión, del destino de algunos libros es que su contenido es a veces malinterpretado o reproducido en forma muy diferente a la deseada por su autor. La frase de Terenciano es un claro ejemplo, el significado con el que hasta aquí la hemos comentado y con el que es a menudo citada, no es el que él pretendía. El verso del que fue extraída reza en su totalidad:
Pro captu lectoris habent sua fata libelli
De la capacidad del lector depende el destino de los libros.
2 comentarios:
Muy buen blog... Esta sentencia latina la utiliza Nietzsche para describir la mala suerte de sus primeras obras.
Este Terenciano tenía más razón que un santo.
Y pensar que hay tanta biografía de futbolista por ahí publicada....
Saludos y enhorabuena por tu blog (¿QUIÉN DIJO QUE LOS ERUDITOS NO TENEMOS DERECHOA UN BLOG?)
Publicar un comentario