La torre de Montaigne |
Michel de Montaigne fue un humanista y escritor francés del
siglo XVI (1533-1592), conocido hoy por sus Ensayos,
una obra maestra de la literatura universal que, si somos francos, es muy poco
leída en la actualidad.
Los ensayos cubren los temas más variados, desde los hábitos
de los caníbales americanos a la educación de los niños, pasando por
discusiones de las obras de autores antiguos, de los malos olores o los
pulgares. En realidad, como el mismo Montaigne advierte al principio, el único
tema que da unidad a la colección es su persona, pues la obra constituye, ante
todo, una exploración introspectiva. Montaigne decía que, antes que ser experto
en Cicerón, prefería ser experto
Al lector contemporáneo puede resultarle tedioso, entre
otras cosas, el despliegue de erudición clásica con que Montaigne satura muchas
de páginas, repletas de citas griegas y latinas en el idioma original. Pero
debe comprenderse que la relación de Montaigne y los humanistas del siglo XVI
con los idiomas antiguos era muy diferente de la nuestra. De hecho, el caso de
Montaigne era especial porque, debido a las originales ideas educativas de su
padre, el latín era su primera lengua, y el griego la segunda.
Otra vista de la torre de Montaigne |
Sí, el latín era la verdadera lengua materna de Montaigne.
Su abuelo había amasado una enorme fortuna en el comercio y comprado grandes extensiones
de tierra y un castillo para ennoblecerse. Su padre, siguió una carrera militar
y trató de dar a su hijo la mejor educación disponible. Él mismo no había
gozado de ella y quería que Michel no tuviera esa desventaja.
Para cumplir su plan, Montaigne padre contrató un tutor
alemán que no conocía ni una palabra de francés. Éste debía hablar al niño sólo
en latín. Se prohibió a los sirvientes y a los miembros de la familia dirigirse
al pequeño en francés. A los seis años, Michel hablaba el latín a la
perfección, y empezó entonces a estudiar griego como segunda lengua. Sólo unos
años más tarde, comenzó a aprender francés. Es decir que Montaigne,
probablemente, pensaba en latín.
Tras una carrera como abogado, en 1570, Montaigne se retiró
a sus dominios para dedicarse exclusivamente a cultivar sus propios
pensamientos. Tenía allí una torre equipada con una extensa biblioteca –llena,
por supuesto, de los clásicos- que era su refugio y su lugar de trabajo.
La torre todavía se conserva. La biblioteca se dispersó poco
después de la muerte de Montaigne, pero su obsesión por los clásicos sigue
presente. Todavía pueden leerse, en las vigas del techo, las máximas en latín y
griego que hizo grabar en ellas, para leerlas y reflexionar mientras caminaba
por la habitación.
Se trata de máximas extraídas de autores antiguos y de la
Biblia (muchas procedentes de los Adagia de Erasmo), que son un testimonio del
interés de Montaigne por la filosofía y de su adhesión al escepticismo. Aquí
algunos ejemplos:
ΑΥΤΑΡΚΕΙΑ ΠΡΟΣ ΠΑΣΙΝ ΗΔΟΝΗ
ΔΙΚΑΙΑ
La autarquía es el único placer justo
HOMO SVM HVMANI A ME NIHIL
ALIENVM PVTO
Soy un hombre y nada de lo
humano me es ajeno,
SERVARE MODVM FINEMQVE TENERA
NATVRMQVE SEQVI
Conservar la justa medida, perseverar hacia un fin y seguir
a la naturaleza
ΤΑΡΑΣΣΕΙ ΤΟΥΣ ΑΝΘΡΩΠΟΥΣ ΟΥ ΤΑ ΠΡΑΓΜΑΤΑ ΑΛΛΑ ΤΑ ΠΕΡΙ ΤΩΝ
ΠΡΑΓΜΑΤΩΝ ΔΟΓΜΑΤΑ
Lo que preocupa a los hombres no son las cosas sino lo que
ellos piensan sobre éstas
Para nosotros, estas frases traen el eco de una sabiduría
antigua y remota. Para Montaigne, tenían la cercanía íntima de sus lenguas
maternas.
2 comentarios:
Que bien encontrar una nueva entrada (hacía tiempo que me había extraviado), y precisamente cuando acabo de leer una pequeña biografía de Montaigne de Zweig. Por alguna equivocación en la lectura pensaba que la torre había desaparecido. Una alegría verla y descubrir que sigue en pie. :)
Hola Heli! Muchas gracias por tu comentario! Me alegro de que todavía sigas leyendo el blog!
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