
Boecio llegó a ocupar los puestos más altos en el entorno del rey ostrogodo Teodórico el Grande, pero por las intrigas de sus rivales políticos perdió la confianza del soberano y fue arrestado. Tras un año en prisión, fue brutalmente ejecutado. Mientras aguardaba su trágico destino, Boecio compuso en prisión una de las obras maestras del pensamiento occidental: La consolación de la filosofía.
La obra toma la forma de un extenso diálogo entre el propio Boecio y la Filosofía, representada como un personaje femenino que se le aparece para explicarle el problema del destino, es decir, por qué los malvados logran recompensa y los justos sufren castigo. Filosofía intenta suavizar el padecimiento de Boecio demostrándole que la verdadera felicidad consiste en el desprecio de los bienes mundanos y en la posesión de otro imperecedero, que coincide con la Providencia universal que gobierna todas las cosas.
Es un libro impactante, cuya lectura no puede dejar de conmover. No se trata de un frío ejercicio teórico, Boecio busca en la filosofía respuestas ante una realidad amenazante que se aproxima inexorable. La propia experiencia de haber dejado las cimas del poder para ser humillado de la peor manera imaginable es la prueba irrefutable de la volubilidad de los asuntos humanos y de los caprichos de la fortuna. Como lo dice el mismo Boecio en una cita que se ha vuelto célebre:
Nam in omni adversitate fortunae infelicissimum genus est infortunii, fuisse felicem
Porque en todos los reveses de la fortuna el pesar que más agobia es el haber sido feliz