
Un lector de este blog (Auringal) me consulta sobre una interesante historia en torno a la muerte del rey
Eduardo II de Inglaterra (1284-1327?), en la que una frase en latín jugó, supuestamente, un papel central.
Eduardo II, el séptimo monarca inglés de la dinastía
Plantagenet, no se reveló como un gobernante hábil. Los años en que ocupó el trono fueron una época de crisis política y militar. La figura más prominente de su reinado fue su esposa,
Isabel de Francia (1295-1358), la hija del rey
Felipe IV de ese país. El matrimonio dio a luz a cuatro hijos, no fue, sin embargo, feliz. El problema eran las inclinaciones homosexuales de Eduardo, quien prefería compartir su tiempo con sus favoritos, dejando de lado a su esposa. Isabela abandonó, finalmente, a su esposo, partiendo a Francia en compañía de su amante,
Roger Mortimer. Ellos regresarían en 1326 al frente de un ejército mercenario para derrocar al desafortunado Eduardo y asumir la regencia en nombre de su hijo
Eduardo III.
Una vez adueñados del poder, Roger e Isabel quisieron eliminar a Eduardo II pero de tal forma que no se los juzgara personalmente responsables del hecho. Según la leyenda, para ello habrían redactado la siguiente ambigua orden en latín:
Eduardum occidere nolite timere bonum est
El significado de la misma varía considerablemente de acuerdo a dónde se coloque una coma. Si la misma se escribe después de “nolite”, la frase puede traducirse como:
No querráis matar a Eduardo, es bueno temerPero si la coma se coloca detrás de “timere”, entonces el significado es el siguiente:
No temais matar a Edurado, (esto) es bueno

Isabel y Roeger al frente de sus tropas
Es necesario aclarar que se trata, muy probablemente, de una invención sin base real histórica. El relato aparece ya en las crónicas inglesas de Thomas de la Moor y de
Holinshed y debe su difusión posterior al genial dramaturgo, contemporáneo de Shakespeare,
Christopher Marlowe, quien la incluye en su tragedia
Eduardo II. La historia es hoy en día también conocida, en buena medida, por ser mencionada por
M. Druon en su serie de novelas históricas.
La anécdota es un ejemplo brillante a la hora de ilustrar la importancia de los signos de puntuación.
Antes de terminar, sería bueno añadir que, finalmente, Eduardo III tomó el poder bajo su control, hizo ejecutar a Roger Mortimer y confinar a su madre a un castillo, donde ella permaneció hasta su muerte.